El Espíritu, Señor y dador de Vida
Pentecostés
Al final del tiempo pascual la Iglesia celebra la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos que estaban reunidos con la Virgen María. Ellos se convirtieron en testigos del acontecimiento trascendental de la historia de la humanidad, que ha tenido lugar en la persona y en el misterio de Jesús de Nazaret. Su pasión y crucifixión, las causas históricas que le condujeron a la muerte violenta e injusta, la primicia de su resurrección de entre los muertos y el valor redentor de la misma para todo ser humano constituyen el núcleo esencial del Evangelio y el germen de la nueva humanidad. Los testigos de aquellos acontecimientos recibieron de Jesús su Espíritu, su ímpetu, su aliento y su fuerza para transmitir por toda la tierra la gran noticia del evangelio, proclamando la más profunda verdad del ser humano, a saber, que todos somos hijos muy amados de Dios y, por tanto, que estamos llamados a vivir en una auténtica fraternidad.